Muchos analistas señalaban que el 2023 sería un año difícil para la economía mundial, y proyectaban una recesión en Estados Unidos. A esto se sumaba, que las altas tasas de interés, para combatir la inflación, se mantenían. La restrictiva política monetaria era considerada un riesgo adicional para un crecimiento sostenido, en especial en EE. UU. Sin embargo, en el tercer trimestre ese país creció un sorprendente 4,9%.
Pero también China, el competidor por la supremacía en la economía mundial, pudo evitar la crisis que se presagiaba por los problemas en el sector inmobiliario y creció 5% con una mayor actividad industrial de lo esperado.
A estos sorprendentes desempeños de las dos economías más grandes del mundo, se suma una inflación con tendencia a la baja, el desempleo no ha aumentado y continúa en niveles relativamente bajos, y todo indica que los bancos centrales, si bien no bajarán sustancialmente las tasas de interés dadas las cifras de crecimiento, tampoco insistirán en su aumento. Ahora bien, ese ambiente de altas tasas de interés implica altos costos financieros para gobiernos y empresas, evitando que las economías despeguen de manera continua.
En especial, las tasas de endeudamiento están afectando a las economías desarrolladas. El costo de la deuda de países como EE. UU., Alemania, o Gran Bretaña ha aumentado sustancialmente, poniendo presiones fiscales a sus gobiernos que no permiten dirigir el gasto público a áreas como salud o infraestructura. El déficit fiscal en países como Francia, Italia, Gran Bretaña o Japón llegan al 5% del PIB, y en el caso de los Estados Unidos, ese déficit alcanzo niveles que sobrepasaron el doble de los estimativos de los analistas. La deuda financiera de los países más ricos del planeta ha llegado a niveles más altos desde hace más de 200 años.
Pero las altas tasas también han significado un creciente número de bancarrotas de empresas que no pueden asumir el costo financiero, y el mercado inmobiliario verá muy probablemente una caída de los precios al contar con hipotecas cada vez más onerosas que obligarán a ventas forzosas. El sector financiero, por su parte, requerirá capitalizaciones o fusiones para solventar el mayor costo de sus pasivos financieros.
Lo anterior permite anotar que los riesgos para el 2024 a nivel de la economía mundial son sustanciales. A su vez, la sombra de la recesión en EE. UU. y Europa sigue presente, a lo que se suman los altos precios de la energía, los retos de la transición energética, y las tendencias migratorias.
Tomado del diario el Portafolio
Comments